el país había perdido muchos años inactivo internacionalmente. Para cuando pudo recuperarse, la OTAN y la Unión Europea habían atraído a buena parte de sus antiguos socios, e incluso exrepúblicas. Las fronteras de su rival continental estaban tocando su segundo anillo y amenazaban con sobrepasarlo en Ucrania y el Cáucaso. Moscú por tanto se vio ante la necesidad de reaccionar. Dando por perdidas las repúblicas bálticas, su objetivo ahora era asegurar los dos países al oeste, Bielorrusia y Ucrania; la zona caucásica, que ya demarcó con contundencia en su guerra con Georgia en 2008 y Asia Central, que aunque estaba en una “zona de nadie” geopolítica, la entonces presencia estadounidense en Afganistán hizo que Rusia se preocupase de estrechar las relaciones con los “tanes”.