Tanto el anfitrión como el visitante suelen ir acompañados de un intérprete que, además de traducir, debe aconsejarnos sobre todos estos aspectos culturales que pueden provocar malentendidos. Aunque sea el intérprete el que nos habla, nuestra mirada siempre debe ir dirigida a nuestro interlocutor como muestra de interés y de educación. Es recomendable, además, como muestra de confianza aprender unas pocas palabras en chino y llevar algo rojo, el color de la suerte.