La rentabilidad por dividendo es más baja que el cupón de los bonos, puesto que al invertir en acciones se busca el dividendo, pero sobre todo se busca la revalorización, mientras que en los bonos normalmente se busca cobrar un cupón. Pero como puede verse, la situación actual no es en absoluto normal. La ratio de valoración basada en la relación entre los dividendos que pagan las empresas y los cupones que pagan —o más bien cobran— ahora los bonos muestra que pocas veces, por no decir ninguna, han estado tan baratas las acciones en relación con los bonos. Así que, para volver a cierta normalidad, o suben las acciones o bajan los dividendos o suben los tipos de interés de los bonos. Puede que lleve tiempo, pero las distorsiones financieras acaban tendiendo a normalizarse. Para que caigan los dividendos tendríamos que entrar en una recesión global. Pero muy profunda tiene que ser una recesión para que bajen los dividendos. Y, además, de todas las empresas. De hecho, el “dividend yield” suele ser bastante estable, incluso durante recesiones. Reducir el dividendo es una decisión complicada para una empresa.
A día de hoy, recesión global no hay, y es un riesgo que sólo está relativamente claro en la eurozona. Con los datos actuales no parece que el equilibrio vaya a venir de una drástica caída del dividendo. Para que suban los tipos de interés tendría o bien que crecer la economía o diluirse esa sensación de miedo a no se sabe muy bien qué que flota en el ambiente. O que ocurriera cualquiera de las cosas que podrían romper la burbuja de los bonos, que enumeramos en el último capítulo de este informe. Un ajuste al alza de los tipos de interés de los bonos lo vemos más probable, especialmente si Europa toma medidas de estímulo fiscal en lugar de dejar al BCE toda la carga de luchar contra el estancamiento y la desinflación. Honestamente sólo puedo decir con seguridad que la distorsión financiera que supone el actual diferencial entre cupones y dividendos acabará y que volveremos a una situación acorde con la media histórica.
El cómo todavía no lo sé, pero me inclino más porque a medio plazo (de uno a tres años vista) se normalice, aunque sea levemente, la situación de los tipos de interés, continúe la tendencia alcista en las bolsas y que la combinación de ambos efectos normalice, al menos en cierta medida, la valoración del ratio cupones vs. dividendos. Tampoco descarto que la incompetencia de los gobernantes nos lleve a la “japonización” global, en cuyo caso la normalización sería por bajada de los dividendos. Pero, pese a haber sido de los primeros en alertar hace ahora siete años sobre este asunto de la “japonización” (3), creo que es difícil que ocurra a nivel global.