La repercusión de la crisis social en la economía chilena superó todas las expectativas y le asestó su mayor golpe en 10 años al mostrar este lunes una caída del 3,4 % interanual en el mes de octubre, cuando comenzaron las protestas, un dato que alerta sobre un futuro nada halagüeño.
Los datos corresponden al Índice Mensual de Actividad Económica (Imacec), que se considera un anticipo del producto interior bruto (PIB), y que es el peor desde julio de 2009, cuando la economía chilena cayó un 3,5 % por la crisis de las hipotecas subprime.
Esta vez han bastando menos de 15 días -el estallido social comenzó el 18 de octubre- para que la economía se desplomara muy por debajo de los pronósticos del Gobierno, que esperaba un crecimiento de entre el 0 y el 0,5 % para ese mes.
La crisis social, que ya se ha cobrado la vida de al menos 23 personas, mantiene a miles de personas manifestándose para exigir una mayor redistribución de la riqueza, pero ha dado lugar también a graves episodios de violencia, como saqueos, incendios y destrucción de mobiliario, que han afectado al comercio y la industria.
Los servicios también se han visto perjudicados, sobre todo en educación, transporte, servicios empresariales y restaurantes y hoteles.
El daño en infraestructuras alcanza los 4.500 millones de dólares, el Gobierno calcula que se van a perder cerca 300.000 empleos y el Banco Central ha tenido que intervenir poniendo 20.000 millones de dólares en venta para evitar que el peso chileno, que llegó a cotizar a 828,36 unidades por dólar, siguiera desplomándose, logrando sostenerlo, al menos en el día de hoy, en 803 unidades.