La decisión de política monetaria del Banco Central Europeo, conocida el jueves, ofreció cambios dentro de lo esperado, aunque no fue lo suficientemente agresiva para conmover a los mercados.
El equipo comandado por Mario Draghi decidió volver a recortar la tasa de depósitos, que quedó en el -0.5%, no tan abajo como lo esperado. La expectativa estaba puesta en un -0.6%. Además, se anunció que habrá un plan de estímulo a la economía de 20 mil millones de euros desde el inicio de noviembre, cuando los mercados esperaban un paquete de 30 mil millones y con puesta en marcha de inmediato. De esta forma, el efecto de las medidas tendrá efecto desde el mismo momento en que el banco central sea liderado por Christine Lagarde, ya que Draghi se retira a fines de octubre.
La reacción del euro fue la esperada: cayó a 1.0926 en un mínimo similar al del mínimo anual que tocó a inicio de agosto, para ganar terreno inmediatamente. Claro que, antes de caer, también creció a 1.1065 por escasos momentos. Clara muestra de que lo mejor es no operar en medio de este tipo de eventos.
Si no cayó con esta decisión, significa que el euro finalmente no está tan mal como parecía. El dólar, al cabo, se mostró bajista en la mayoría de los frentes, y este viernes asoma más equilibrado, pero aún lejos de ganar terreno en forma significativa. Es más, la moneda única ya pasó momentánemente la zona de 1.1100, en un nuevo impulso que no duró demasiado tiempo, pero sentó las bases para lo que viene en las próximas horas.
Y es que, por otro lado, Estados Unidos anunció que podría llegar a un acuerdo provisorio con China en el ámbito de la guerra comercial que sostienen ambos países. La noticia cae más que bien en los mercados. Si bien se desconoce el alcance de dicho acuerdo, al menos se detendrán nuevos aranceles, y hasta es probable que se eliminen algunos de los ya existentes. La búsqueda de riesgo se hará más tangible, y aunque el BCE vuelva a actuar, el euro debería iniciar un ciclo alcista algo más sustentable.