Los devastadores incendios que llenaron esta semana de peligroso humo la mayor ciudad de Australia están incrementando la ira pública y la presión política para que el gobierno haga más para combatir el cambio climático.
Aunque un clima más fresco alivió algo la situación en torno a Sídney el miércoles, el espeso manto de humo provocó protestas y llevó a un legislador conservador a romper con su partido al relacionar el clima actual con las emisiones de carbono.
"Estamos en medio de la peor sequía que se recuerda, es el segundo año más caluroso registrado", dijo el ministro de Medio Ambiente de Nueva Gales del Sur, Matt Kean, de la coalición de centroderecha Liberal-Nacional, en la Australian Broadcasting Corp Radio.
"El humo de ayer fue responsable de parte de la peor contaminación del aire jamás vista en Sídney. Este es el cambio climático", agregó.
La gente se sintió asfixiada en Sídney el martes, mientras más de un centenar de incendios afectaba a la costa este, tiñendo de naranja el cielo, complicando la visibilidad y afectando a los servicios de transporte público mientras caía la calidad del aire.
El miércoles, las temperaturas se desplomaron más de 10 grados y los vientos se calmaron, mejorando la calidad del aire, aunque seguía en niveles considerados peligrosos.
En medio de una creciente ira pública, el gobierno Liberal-Nacional australiano defendió sus políticas para combatir el cambio climático y minimizó su relación con una temprana llegada sin precedentes de los graves incendios.
"Ciertamente, el cambio climático es un factor, no hay duda, pero también es importante destacar que la mayoría de esos incendios ha sido causada por 'pequeños demonios'", dijo el viceprimer ministro, Michael McCormack, a ABC, en referencia a las personas que provocan las llamas de forma intencionada.
El fuego ha acabado con la vida de al menos cuatro personas en Australia desde noviembre, ha quemado 1 millón de hectáreas de tierras de cultivo y arbustos y destruido más de 400 casas.