Localizan bajo el crucero de la antigua iglesia de Las Trinitarias la cavidad donde estaría enterrado el escritor



Cervantes fue enterrado en las Trinitarias. Todos los documentos indican que no salió de allí. Y el georradar ha encontrado el crucero de la antigua iglesia, bajo cuyo suelo se enterró, y donde varias oquedades señalan posibles enterramientos. Si fueran matemáticas, la ecuación tendría un único resultado. Los expertos del georradar, con el geofísico Luis Avial en cabeza, presentan este lunes su informe con resultados terminantes sobre la búsqueda del escritor español más universal y que hoy adelanta ABC.

La «Operación buscar a Cervantes» se inició hace algunos años, y nació de la amistad entre Avial y el historiador Fernando de Prado, auténtico convencido de que el escritor sigue en la iglesia del convento de las Trinitarias, 400 años después de haber sido enterrado allí un 23 de abril de 1616. Le guiaba su mucho saber y un fuerte deseo de devolver a la tumba de Cervantes el papel destacado que siempre debió tener. Un deseo que se vio incrementado ante la ligereza y el desinterés, rayano en lo insultante, con que algunos se tomaron su iniciativa.

Encontró capital privado para llevarla adelante, pero pensó que semejante empeño no merecía ser pagado en dólares. Y, así, tras mucho trabajo y muchas visitas a despachos, consiguió que el Ayuntamiento de Madrid financiara los primeros 12.000 euros necesarios para que el equipo de Luis Avial entrara en la iglesia de las Trinitarias con su georradar y analizara suelo y paramentos, en busca de indicios.

Mapa 3D del subsuelo

El resultado de los tres días de intenso trabajo fue, según lo definía el propio Avial al finalizar las tareas, muy satisfactorio: consiguieron delimitar con bastante claridad la traza de la antigua iglesia, situada bajo la actual, pero al parecer conservada con bastante fidelidad. El georradar ha localizado ese primitivo crucero bajo el que, según la documentación histórica, estarían los restos de Cervantes.

Los millones de datos recogidos han sido objeto de análisis y cotejo, se han convertido en una malla tridimesional, una especie de «mapa» 3D del subsuelo que, como si fuera un periscopio invertido, les permita mirar en el interior sin haber levantado ni una baldosa: no hay que olvidar que la iglesia de las Trinitarias es un monumento protegido, Bien de Interés Cultural.

Precisamente, a partir de ahora, una vez hecho público el informe completo de la investigación, será el momento de tomar decisiones: hace falta una segunda fase –que precisará de su correspondiente presupuesto, público o privado–, en la que se proceda a la extracción de los restos, de la que se haría cargo el forense Francisco Etxeberría. Es presidente de la Sociedad Científica Aranzadi y toda una autoridad mundial en la materia, que ha participado en la exhumación de víctimas de la Guerra Civil española, en el análisis de los restos del presidente chileno Salvador Allende o en el informe pericial de la desaparición de los hermanos Bretón, los niños de Córdoba.

Esa intervención necesitará del permiso tanto de las religiosas que mantienen su clausura en el convento como del Arzobispado y la Dirección General de Patrimonio de la Comunidad, por la protección que rodea al inmueble. Se haría mediante excavaciones selectivas, en aquellos puntos en que el georradar haya localizado oquedades; incluso se habló de la posibilidad de utilizar una sonda con microcámara en determinadas circunstancias.

Puede ocurrir que los enterramientos estén enteros, lo que facilitaría la identificación. O puede que estén mezclados los restos de varios fallecidos. Se sabe que bajo la antigua iglesia están las sepulturas de un niño, sobrino de la primera fundadora, que era Francisca Romero de Gaitán; Gabriel Martínez, padre del capellán del convento;la segunda patrona, María de Villena y Melo, y su esposo, Sancho de la Cerda, Marqués de la Laguna de Camero Viejo; y Miguel de Cervantes y su esposa, Catalina Salazar Vozmediano.

«Nos interesa sobre todo la diáfisis –la parte central de los huesos largos–, más que la epífisis –los extremos–, que es más frágil», explicó a ABC al inicio del proceso Almudena García Rubio, antropológa de la Sociedad Científica Aranzadi.

El último paso consistirá en la identificación de los restos, un trabajo de laboratorio que realizarán los antropólogos forenses de la Sociedad Científica Aranzadi –con los que se han ofrecido a colaborar otros especialistas, interesados en este caso tan singular–. Lo que se busca, explicó en su día el historiador Fernando Prado, «es un varón de unos 70 años, con una lesión incapacitante en el brazo izquierdo y con marcas de haber recibido heridas por arma de fuego en el pecho».

Las heridas sufridas en batalla por el escritor podrían ser claves para su identificación: sufrió una en el brazo o la mano izquierda –un seccionamiento del tendón con engarfiamiento de dedos, probablemente–, que le imposibilitaría el uso de esa mano, pero no sufrió su amputación. Eso sí, la falta de uso de este miembro durante cerca de 40 años también afectaría al hueso.

Además, debe presentar otra herida, más grave, recibida en el pecho por proyectil de arcabuz. «Los huesos de la caja toráctica sufrirían por el impacto. Las marcas dejadas por la lesión, junto con la cauterización y posibles restos microscópicos de metal confirmarían la identidad», argumenta el historiador, que dirige el proyecto. No está previsto recurrir a análisis de ADN: los expertos no creen que pueda resultar útil porque los hijos de Cervantes no dejaron descendencia, y sólo quedaría accesible la de su hermano, Rodrigo, pero su rastro de ADN estaría muy debilitado tras 400 años.

Permisos oficiales y presupuesto son el empujón que falta para finalizar la investigación, valorada en un total de 100.000 euros.