Tras un mes en la primera línea de la lucha contra el ébola en un hospital en Sierra Leona, los recuerdos que persiguen e inspiran al médico británico Tim O'Dempsey son los de los niños.
Muchos recuerdos de niños muriendo en salas hospitalarias mientras sus padres vagan fuera. Y uno de una niña pequeña que logró salir del coma y se reunió con su padre.
"Ver a una madre llegar con un bebé, y a los pocos días que el bebé muera, es muy duro", dijo a Reuters. "Lo que haces es acostumbrarte. Hay muchísimos pacientes que necesitan ser atendidos. Ocasionalmente, ingresan familias enteras. No puedes parar", añadió.
O'Dempsey, un médico con tres décadas de experiencia en el estudio y la lucha de enfermedades tropicales, fue transferido a Sierra Leona por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para ayudar a luchar contra el mayor brote de fiebre hemorrágica de la historia.
Acabó en un equipo de entre dos y cuatro médicos, además de un puñado de enfermeras, cuidando de 40-60 pacientes al día de una de las enfermedades más letales conocidas.
Las tres salas de ébola del hospital de Kenema - uno para casos sospechosos y los otros dos para infecciones confirmadas - tenía apenas entre 10 0 12 camas, así que los pacientes yacían en colchones en el suelo y en el pasillo.
Muchos de los miembros del personal enfermaron y muchos murieron, incluyendo la enfermera jefe de las salas del ébola, Mballu Fonnie, y el médico a cargo de la unidad, She** Umar Khan - declarado héroe nacional por el Gobierno cuando murió la semana pasada con 39 años tras tratar a más de 100 afectados por el ébola.