A la hora de invertir en fondos de inversión, los partícipes se ciñen en comprar aquellos fondos que creen que les dará mayor rentabilidad en el largo plazo. El análisis y la selección de fondos de inversión es únicamente la última parte del trabajo, probablemente la menos importante. Ya vimos la importancia de la planificación financiera. Tener una adecuada planificación financiera nos encuadra a lo que tenemos, posteriormente, hay que actuar.

Para gestionar bien no hay que ceñirse a buscar los fondos que más rentabilidad tienen. Hay que hacer una correcta distribución de activos en función de dos parámetros: un adecuado perfil de riesgo y un objetivo de rentabilidad.

A pesar de que todo inversor debería de realizar un test de idoneidad para adecuar su cartera de fondos de inversión a su perfil de aversión al riesgo, es cierto decir que en un mercado bajista la mayoría de inversores son conservadores y, contrariamente, agresivos cuándo el mercado se vuelve alcista. Desafortunadamente, es imposible evitar el riesgo (volatilidad) de la cartera de fondos de inversión, pero una correcta distribución de activos le proporcionará un adecuado nivel de rentabilidad-riesgo.

Rentabilidad
El objetivo de rentabilidad de nuestra cartera de fondos de inversión se debería establecer en función de los objetivos financieros previstos en el plan financiero. La rentabilidad debe de ser objetiva y cuantificable. Supongamos, por ejemplo, que en nuestro plan financiero se incluye mantener en la jubilación nuestro nivel de vida cuantificado en 50.000 euros anuales. Si sabemos el patrimonio actual y la capacidad de ahorro anual y la esperanza de vida, podremos saber qué rentabilidad necesitamos para poder lograr ese objetivo financiero.

La rentabilidad de la cartera, por supuesto, no es la rentabilidad individual de cada fondo de inversión. La rentabilidad de la cartera es la suma ponderada de las rentabilidades de cada fondo de inversión por el porcentaje de inversión en cada uno de los fondos.

Riesgo
Las carteras bien construidas son aquellas que alisan la curva de volatilidad. De hecho, una cartera de fondos de inversión bien construida siempre deberá tener algún fondo de inversión en negativo puesto que los activos no suben o bajan todos a la vez. No se trata de ganar una etapa en los Pirineos, se trata de ganar el Tour de Francia.

El riesgo de los fondos de inversión es la suma del riesgo sistemático, o riesgo de mercado, que no se puede eliminar de la cartera, y del riesgo específico que es aquel que puede eliminar con la construcción de una cartera de fondos de inversión correctamente diversificada.

El riesgo de la cartera de fondos de inversión, a diferencia de la rentabilidad, es la suma ponderada de las oscilaciones de cada fondo de inversión por el porcentaje de inversión en cada uno de los fondos menos la descorrelación lograda por la adecuada diversificación de sus fondos de inversión.

A veces, el inversor comprobará la imposibilidad matemática de lograr sus objetivos financieros, bien por una rentabilidad objetivo no realista o bien por una baja aversión al riesgo. El riesgo depende de diferentes aspectos cómo la necesidad de liquidez, situación familiar, la edad, etc.

Frontera eficiente
Una vez el inversor sepa qué rentabilidad objetivo tiene y si se adecua a su perfil de riesgo y haya construido una cartera de fondos de inversión en función de los activos que se adecuan al binomio rentabilidad-riesgo, deberá comprobar que se ajusta a la frontera eficiente.

La frontera eficiente es aquella que nos indica el nivel eficiente de rentabilidad por cada unidad de riesgo asumida. Si nuestros fondos de inversión están por debajo de la frontera eficiente, significa que nuestros fondos no tienen la rentabilidad adecuada en función del riesgo que asumen.