El Gobierno de Brasil aplicará cortes en varios subsidios sociales y eliminará incentivos a la economía para equilibrar sus deterioradas cuentas fiscales, según anunció hoy el ministro de Hacienda, Guido Mantega.

Mantega dijo que se reducirán los gastos en las prestaciones por desempleo, en los abonos salariales, que se conceden a trabajadores fijos que ganan hasta dos salarios mínimos, en los subsidios por enfermedad y en las pensiones por fallecimiento.

"Ahora tenemos que hacer una reducción importante de los gastos y procuramos reducir las que más crecen (...) para que en los próximos años estén en descenso", dijo Mantega en un seminario en Sao Paulo.

Según Mantega, el gasto en prestaciones por desempleo, abonos salariales y subsidios por enfermedad cuestan a las arcas públicas 70.000 millones de reales (unos 27.450 millones de dólares) por año y las pensiones por fallecimiento, 90.000 millones de reales (cerca de 35.295 millones de dólares).

La contención de gastos supone "la transición para el nuevo ciclo de expansión de la economía mundial y brasileña", según Mantega, que aseguró que a partir de 2015 el Gobierno no aplicará nuevas políticas de estímulo a la economía.

En este "nuevo ciclo", según Mantega, el Gobierno reducirá las líneas de financiación a los bancos públicos, puesto que "los bancos privados volverán a tener una actuación mayor, liberando más crédito a la economía".

El anuncio de los recortes se produjo una semana después de conocer el resultado de las cuentas fiscales de septiembre, que arrojaron un histórico déficit primario de 25.500 millones de reales (unos 10.000 millones de dólares).

Brasil acumula un déficit fiscal primario, sin incluir los recursos destinados al pago de intereses de deuda, de 15.300 millones de reales (unos 6.000 millones de dólares) entre enero y septiembre, lo que supone el peor resultado desde 1998.

Debido a ese resultado, el Gobierno estará obligado a reformar la ley de presupuestos para reducir la meta de superávit prevista para el pago de los intereses de la deuda.

El deterioro de las cuentas fiscales se debió al estancamiento de la economía, que está en "recesión técnica" al acumular dos trimestres negativos, lo que causó un grave deterioro de la recaudación de impuestos.

El Gobierno calcula que la economía crecerá un 0,9 % en el año, aunque el Banco Central rebaja ese pronóstico al 0,6 % y el mercado, más pesimista, lo sitúa en un 0,24 %, según encuestas realizadas por el ente emisor.