En estas fechas empezamos a oír sobre el “Efecto Enero” en muchos medios especializados, pero ¿qué es realmente?
Pues bien, el “efecto enero” o “efecto de cambio de año” es un patrón estacional que consiste en que durante el mes de enero se producen rentabilidades anormalmente elevadas respecto a las del resto del año. Este patrón estacional afecta principalmente a las empresas más pequeñas por ser más volátiles, pero también puede extenderse a todo el mercado de valores.

La premisa del efecto enero marca que el comportamiento que tenga la Bolsa durante el mes de enero será el patrón que siga durante todo el año. Un mes de enero alcista resultará un año alcista y un mes de enero bajista pasará su factura en ese año.

Curiosamente, el 2008 fue un claro ejemplo de una buena alerta para quienes sigan este patrón. A pesar de cinco años de alzas en Bolsa, y del optimismo que imperaba por aquel entonces, el mes de enero de 2008 fue el peor en toda la historia, perdiendo más de 2.000 puntos, lo que según el efecto enero significaba que nos esperaba un fuerte año bajista, como finalmente así sucedió.

Pero veamos si realmente esto se confirma estadísticamente. Tras realizar un estudio que nos dice cuántas veces ha coincidido el sesgo del mes de enero con el del resto del año en el S&P 500 podemos ver lo siguiente:

El color verde corresponde a los rendimientos alcistas y el color rojo a los rendimientos bajistas. De los 65 años coinciden 49, es decir, en un 75,38% los meses de enero han llevado el mismo patrón que el resto del año. Estos resultados indican que en 40 ocasiones, el mes de enero ha resultado con balance positivo, de las cuales en 36 ocasiones el año ha sido positivo. Es decir, en un 90% de las veces que enero ha resultado positivo, el año ha terminado con alzas para el S&P 500. Como podéis comprobar, sí que hay cierta correlación entre lo que sucede en enero y el resto del año.


¿Cuáles son las causas del efecto enero?

Como en todos los patrones existen diferentes “hipótesis” sobre sus causas. Una de ellas es que durante el mes de diciembre los inversores profesionales arriesgan menos en sus inversiones para poder presentar un informe anual favorable a sus intereses profesionales. Es lo que se conoce como “maquillaje de carteras”. Para ello pueden utilizar distintas estrategias de maquillaje, siendo la más utilizada la denominada mark-up, que consiste en vender al final del año aquellos activos “menos populares” para que no aparezcan como componentes de la cartera al publicar el informe anual, y comprar aquellos que sí han sido populares. De este modo se maquilla la composición real de la cartera a lo largo del año ya que de esta manera se puede captar a nuevos clientes, atraídos por las estimaciones de rentabilidad/riesgo ofrecidas. Tras maquillar las carteras comienza otra etapa que será de inversiones muy agresivas para beneficiarse del efecto enero.

Otra hipótesis para que se produzca el efecto enero son los motivos fiscales. Algunos inversores siguen la estrategia de vender las acciones que al finalizar el año tienen pérdidas en sus cotizaciones para obtener minusvalías. Un comportamiento que acentúa más la caída de las cotizaciones y que volverán a su valor de equilibrio posteriormente, cuando los inversores compren de nuevo. De este modo, se establece una estrategia de inversión con la que obtener beneficios extraordinarios, consistente en comprar valores de compañías cuyos precios alcanzasen mínimos anuales en la última semana de diciembre (Rally de Navidad) para venderlos posteriormente en enero.

Ya os he comentado en muchas ocasiones que el factor psicológico es uno de los pilares básicos de los inversores, y para mí el más importante. Hay inversores que reajustan su cartera en función de sus expectativas futuras. Piensan que si realizan una inversión en enero tienen once meses por delante para rectificar los errores, por lo que muchas compras se centran en este mes, que suele ser, habitualmente, de bastante volumen. La fuerza del factor psicológico es su poder para auto-confirmarse; si en enero los inversores piensan que la bolsa subirá, todos en masa comprarán, haciendo que el valor de las acciones suba.

Otra posible causa es que en diciembre se hacen aportaciones a planes de pensiones, dinero que será invertido a comienzos del año próximo.

Como hemos visto, a principios de enero los inversores regresan a los mercados financieros de forma irracional o “racional” para vengarse y sacarle tajada, empujando al alza los precios de los valores. Todas estas explicaciones, posibles causas e hipótesis, no sé si serán del todo satisfactorias para saber el porqué este efecto ocurre tan asiduamente, pero es lo que tenemos.

¿Podemos beneficiarnos del efecto enero?

Mucho cuidado porque este tipo de patrones suele fallar cuanto más volátiles e ilógicos se vuelven los mercados. Estos patrones no son una ciencia, por lo que no siempre se cumplen. En realidad, el efecto enero no es 100% fiable. Como hemos visto, a veces el efecto enero no se da o se limita a unas pocas sesiones… aunque es estadísticamente significativo que el 90% de los años con un enero positivo hayan ofrecido una rentabilidad positiva.

Como siempre, debemos tener un plan bien elaborado, un sistema de trading que aguante todas las inclemencias: nuestros indicadores anti-ruido trabajando a pleno rendimiento, nuestros stops bien situados, nuestras emociones controladas, y en definitiva, todos nuestros deberes hechos y estudiados y así poder ser objetivos con nuestro sistema de trading, sea cual sea su estacionalidad.