Aunque a simple vista no pareciera, un automóvil está compuesto, no cientos, sino por miles de piezas, al grado que contar cada uno de los elementos que lo conforman llevaría horas e incluso días finalizar esta tarea.

Al igual que ha sucedido con el desempeño, confort, tecnología y diseño, la evolución del automóvil ha hecho que las piezas que conforman un vehículo haya aumentado considerablemente. Hablamos en pasado por que esta tendencia de ir creciendo en el número de componentes disminuye con los autos eléctricos que al tener menos piezas mecánicas, el total de elementos es menor al de un vehículo de combustión interna.

Sin desviarnos más del tema, los vehículos del pasado, estos si “tenían las piezas contadas”. Por ejemplo, el Ford Model T, el primero en ser fabricado en serie en la historia del automóvil, constaba de solamente 43 piezas.

Piezas imprescindibles: teniendo en cuenta que el número de piezas varía dependiendo de la antigüedad o modernidad del vehículo y, ante todo, dependiendo del motor que lleve. Así, las piezas del motor y las de funcionamiento -luces, gomas de limpiaparabrisas- son un ejemplo de piezas imprescindibles, sin ellas el auto no funcionaría -motor- y no podría circular de manera legal -luces, parabrisas-.

Piezas adicionales: las piezas encargadas de hacer funcionar el aire acondicionado, las que hacen que se suban y bajen las ventanillas o bien, todos los elementos decorativos, son ejemplos que pertenecen a la categoría de piezas accesorias.

Independientemente si son imprescindibles o adicionales, el número aproximado de piezas que tiene un automóvil moderno está entre unas 70,000 y 90,000. Contrario a lo que se pensaría, los autos convencionales que cuentan con carrocerías simples, cuentan más piezas más.

Teniendo en cuenta estas cifras, al momento de estar conduciendo siempre hay que recordar la complejo que es un automóvil, tan solo el por el número de piezas que lo conforman. Eso sin contar, el proceso de manufactura que también es un derroche de tecnología e ingeniería.