Amigos, bien sabemos que Bitcoin es un activo sumamente temperamental. Y es un mercado esencialmente emotivo. Puede pasar de la euforia al pánico en cuestión de días. Un día Bitcoin sube de precio y lo que vemos en las redes sociales es un optimismo frenético y ciego. Otro día, Bitcoin baja de precio y los alaridos de miedo se escuchan por todas partes.
El pesimismo surge de las bajas. Y el optimismo surge de las alzas. Pero esta es una dinámica que el inversor inteligente debe entender muy bien. El gran negocio es comprar barato y vender caro. O sea, lo ideal sería “comprarle a los pesimistas y venderle a los optimistas”. Porque los mercados esencialmente “nacen en el pesimismo, crecen en el escepticismo, maduran en el optimismo y mueren en la euforia”. En teoría, la temporada alcista es el momento ideal para la venta. Sin embargo, el nuevo inversor se deja seducir por la codicia con mucha facilidad. Y suele comprar precisamente en la temporada alcista.
La mayoría piensa que, si un activo ha subido bastante de precio, eso quiere decir que seguirá subiendo de precio por mucho más tiempo. Es decir, se compra siguiendo la tendencia. Eso no está mal del todo, porque la estrategia, de hecho, puede funcionar por un tiempo. Pero esta estrategia funciona solo hasta que deja de funcionar. O sea, la tendencia, tarde o temprano, se revierte. Y nos sale el tiro por la culata. ¿Por qué tanta gente se estrella invirtiendo en Bitcoin? Bueno, por comprar demasiado tarde y vender demasiado temprano. Básicamente, es un problema de paciencia. Compran por FOMO y venden por FUD. Se guían por lo que dicen los demás. Le preguntan al amigo “que sabe mucho”. He ahí el problema.
Esta actitud inmadura de invertir por emoción (o recomendación) es, en gran medida, la responsable de la volatilidad.
¿Ustedes cómo enfrentan estos momentos de pesimismo y angustia?