Portugal ha vuelto a colocarse esta semana en el radar de las principales agencias de "rating" que, en bloque, expresaron sus dudas por las optimistas previsiones económicas de su nuevo Gobierno, pero también por su política anti-austeridad.

El acuerdo alcanzado por los socialistas con el resto de fuerzas de izquierda para llegar al Ejecutivo, basado en la retirada de ajustes y recortes durante esta legislatura, es mirado con recelo por Fitch, Moody's, Standard & Poor's e incluso por la canadiense DBRS, la única de todas ellas que no califica la deuda soberana del país como "bono basura".