La gente tiende a valorar sus capacidades en cualquier campo por encima de la media, y las inversiones no son distintas. En 1999, en la revista estadounidense “Money” se hizo una encuesta entre 500 lectores, preguntando si sus carteras habían tenido mejores resultados que el mercado aquel año (es decir, si habían conseguido batir al S&P 500). Uno de cada cuatro respondió que sí. No obstante, cuando se les pedía que especificasen el resultado exacto que había obtenido la cartera, el 80% de estos inversores tenían unas ganancias inferiores a las del mercado. Este tipo de estudios vienen a demostrar que las personas tendemos a sobrevalorar nuestras habilidades, que nos creemos superiores a la media, cuando realmente sucede lo contrario.
Oímos historias de que la mayoría de la gente pierde todo su dinero pero no nos importa. Nosotros seremos los mejores, porque confiamos en nosotros y estamos orgullosos de ser lo que somos. Sólo más tarde aprenderemos que los mercados nos arrebatarán nuestra inocencia de una forma muy rápida y desagradable.
Muchos de nosotros hemos oído frases como “tú no puedes enseñarme nada” o “yo soy mejor porque estaba en Bolsa antes que tú”, sólo son una cuestión de orgullo. Siempre hay algo que aprender, a veces incluso del que menos pensamos que podría enseñarnos algo.
Estamos ante uno de los principales defectos que se pueden tener frente al mercado. Es el primer pecado capital: el orgullo.
El orgullo es el que provoca que operemos con exceso de confianza. Es el orgullo el que siempre vuelve al mercado después de muchas pérdidas: porque queremos que vuelva nuestro dinero.
Normalmente, las personas pensamos que a mayor información mayor conocimiento sobre cualquier tema, pero esto no siempre es así. La información que te llega puede no ser relevante, o puede que la interpretación que hagas de ella no sea la correcta e incluso que la información que busques sea solamente la que confirma tus creencias previas. Un inversor orgulloso creerá que su información es la mejor, y que su valoración de la situación es la más correcta.
Justificaremos nuestra opinión acerca del mercado a todo el mundo. Gritaremos a los cuatro vientos lo alcista o bajista que es éste o aquel mercado. Tenemos una idea, pensamos que es correcta y ninguna nueva información nos hará variar de opinión. Lo próximo que descubriremos es que operaremos en base a dicha opinión defendiéndola a muerte.
Si el mercado va en nuestra contra, nos ponemos nerviosos y esperamos que el precio vuelva a subir puesto que “nosotros” tenemos razón. “Démosle más tiempo para que genere beneficios”. De repente, el mercado se hunde y se aproxima a nuestro stop loss mental. Ahora estamos muy enfadados. “¡Maldito mercado qué manipulado está!”. Seguimos esperando mientras observamos una gran pérdida en nuestra cuenta pero todavía seguimos pensando “espera a un rebote para salirte”. Ahora estamos muy irritados. ¡¡Estamos hartos!! Y todo esto en cuestión de horas. No actuamos cuando debemos porque nos aferramos a todas las opiniones que escuchamos a nuestro favor, y desechamos todas las que están en contra. Y al final no podemos soportar la presión y cerramos con pérdidas. Y permitimos una pérdida superior a la que estábamos dispuestos a asumir en el momento de hacer la operación, (por soberbia), no reconociendo que nos hemos equivocado.
El peligro del exceso de confianza es que podríamos no dar importancia a que la posición vaya en nuestra contra desde el principio y que ignoremos o ¨no queramos ver¨ señales evidentes de que el mercado va a ir en nuestra contra. El exceso de confianza puede aumentar si tenemos la suerte de entrar en una posición ganadora desde el principio. Ello sin mencionar el estado emocional en el que nos encontraremos. ¡Sin capacidad para pensar, actuaremos impulsivamente!
Tu realidad no es lo que ves sino lo que piensas que estás viendo
Saldremos con una pérdida grande o pequeña y querremos operar para recuperar nuestro dinero repitiendo todo el rato la misma operativa. Entraremos al mercado impulsivamente al peor precio posible. Tendremos que asumir otra pérdida, perderemos el control. Podemos repetir esta secuencia muchas veces en un corto espacio de tiempo y perder una cantidad significativa de dinero antes de pararnos y darnos cuenta de lo que hemos hecho.
El orgullo es el creador de esos pacientes cazadores de techos y de esos impacientes cazadores de suelos, esa gente que quiere comprar en el mínimo y vender en el máximo. No queremos perdernos el inminente movimiento al alza (o a la baja), pero el mercado sigue cayendo (o subiendo) y nosotros seguimos comprando, terminando siempre con pérdidas. El proceso se repite una y otra vez hasta que nos quedamos sin capital.
El orgullo nos lleva a satisfacer nuestro ego, lo que conlleva que hagamos overtrading y esto es un error gravísimo. Si sobreoperamos satisfacemos nuestro ego con las operaciones positivas, pero tendemos a olvidar rápidamente los errores, afectando negativamente a nuestras carteras.
También el orgullo nos puede hacer caer en el error de no poner stop loss. Un stop de pérdidas que se ejecuta significa reconocer un error. Hasta que una operación no se cierra, la pérdida no se reconoce. Pero todo inversor debe conocer siempre cuál es la pérdida máxima que está dispuesto a aceptar en una operación.
¡No seas testarudo! Escucha al mercado y haz lo que te dice que hagas, no lo contrario. Los mercados de valores son cambiantes. Ir en contra del mercado siempre conlleva pérdidas. Como decía Jesse Livermore, no hay lado alcista ni bajista, sino el lado correcto o incorrecto.
El orgullo destrozará nuestra cuenta o los beneficios que tengamos en un corto espacio de tiempo. El inversor inteligente escoge su cartera de acuerdo al riesgo/beneficio de los mismos. También, la evidencia matemática demuestra que diversificando nuestra cartera podemos disminuir el riesgo para obtener la misma rentabilidad.
Sé humilde y analiza los mercados sabiendo que pueden cambiar en cualquier momento. Operamos según lo que nuestro sistema nos dicta, y no sobre lo que pensamos que sucederá.
Estamos abiertos a nuevas ideas y aprendemos continuamente. ¡Una opinión puede cambiar tan rápido como se forma una barra de 30 minutos en el gráfico! Sé flexible y ten siempre claro cuál es nuestra estrategia de salida. No defiendas tus opiniones. El futuro, después de todo, es siempre impredecible.
Neutraliza cualquier sentimiento y sigue un sistema. Sé como una máquina y no tengas ni muestres sentimientos. Para entrar al mercado adecuadamente necesitamos un método que nos indique entradas y salidas de forma más o menos objetiva. Así, sólo operaremos en base a este sistema. Opera únicamente cuando se den todas las condiciones necesarias para entrar en el mercado.
Intentar cambiar nuestros pensamientos para que formen parte de nuestra manera de pensar es un proceso lento que requiere de grandes dosis de energía, constancia, esfuerzo, perseverancia y optimismo.
Coge altura para verte desde otra perspectiva diferente a la que estás acostumbrado. Dedica un momento para pensar en tu propia experiencia en los mercados financieros. Analiza tu método de inversión, trata de detectar tus debilidades y fortalezas, etc. Todos los inversores profesionales han pasado por este momento a lo largo de sus carreras. En vez de reaccionar y explotar como si de un acto reflejo se tratase imponte la calma, lo que te inducirá hacia un estado de ánimo de tranquilidad donde es más fácil observar los datos que juzgar los hechos.
La diferencia entre aquellos que finalmente logran el éxito y aquellos que no, está escrita: los inversores podemos identificar, interrumpir y cambiar los patrones problemáticos que obstaculizan nuestro éxito en los mercados financieros. Podemos utilizar las emociones como valiosos datos de mercado.