A la hora de diseñar e implementar una determinada estrategia de inversión, el riesgo que estamos asumiendo es una de las consideraciones más importantes a tener en cuenta. Por otro lado, no resulta del todo sencillo entender qué es el concepto de riesgo, y diferentes clases de inversores podrían tener una mirada alternativa al respecto.
Medidas matemáticas de riesgo
Existe una amplia variedad de indicadores matemáticos y estadísticos que pueden ayudarnos a evaluar el riesgo de un determinado portafolio. Sin entrar en detalles sobre los cálculos, muchas de estas medidas están basadas en el concepto de dispersión estadística, el cual indica en qué medida los retornos de un activo se alejan de su retorno promedio.
Al tratarse de una medida de variabilidad, la dispersión puede resultar útil para comparar activos o portafolios y tener una idea acerca del grado en que los precios suelen desviarse de sus retornos esperables. Por otro lado, muchas veces resulta complejo para los inversionistas obtener una idea intuitiva al respecto de lo que implica en términos prácticos un determinado valor de dispersión estadística.
También es importante tener en cuenta algunas limitaciones que presentan las medidas basadas en la dispersión, por ejemplo, no significa lo mismo que un activo presente un determinado nivel de volatilidad al alza que a la baja. Por este motivo, en algunos casos se utilizan medidas ajustadas de volatilidad, las cuales miden únicamente la volatilidad por debajo del retorno promedio, ya que ésta es claramente la que resulta más preocupante para el inversor.
Otra dificultad importante es que la volatilidad pasada no necesariamente nos garantiza cuál es la volatilidad futura. De hecho, un activo puede mostrar niveles de volatilidad muy diferentes cuando evaluamos un período de uno, cinco, o diez años, y en ese caso no existe una respuesta clara al respecto de cuál de los períodos es más representativo en términos de volatilidad futura.
Existen otras medidas matemáticas de riesgo que están basadas en las pérdidas que puede mostrar en el tiempo una determinada estrategia. En estos casos, se puede construir un portafolio y analizar sus retornos pasados, de tal forma que el inversionista tendrá una idea de la máxima pérdida que el portafolio generó en un mes o un año determinado.
En el mismo sentido, el drawdown es una medida que nos indica cuánto fue la máxima pérdida de capital a que la estrategia llegó desde valores máximos a mínimos en la historia. El drawdown puede combinarse con otras medidas ilustrativas, como por ejemplo el tiempo que demoró el portafolio en recuperar sus valores previos a la caída.
Estas medidas basadas en las máximas pérdidas durante un período de tiempo tienen la ventaja de ser bastante más intuitivas y de fácil interpretación para el inversor. Por otro lado, en todos los casos el resultado depende del período bajo análisis, y los retornos futuros pueden diferir considerablemente de los retornos pasados.
El aspecto cualitativo
Las medidas matemáticas de riesgo pueden resultar muy valiosas e incluso necesarias. Por otro lado, una mirada más completa nos indica que el riesgo de una inversión no puede reducirse completamente a un indicador matemático. Es muy importante tener en cuenta las consideraciones cualitativas, como por ejemplo el nivel de conocimiento que el inversor tiene al respecto de una determinada estrategia de inversión o de un activo en particular. En palabras de Warren Buffett: “El verdadero riesgo es no saber lo que estás haciendo”.
El plazo de la inversión también es una variable clave. En un horizonte de corto plazo, generalmente no se dispone del tiempo necesario para que los precios se recuperen luego de una caída abrupta, lo cual indica que son mayores las posibilidades de tener que afrontar una pérdida.
En cambio, cuando se trabaja con un horizonte de largo plazo, el tiempo juega a favor del inversor, y son mayores las posibilidades de recuperar el valor del portafolio luego de una etapa de retornos desfavorables.
Los inversores que operan en base a análisis fundamental en el mercado de acciones suelen poner especial atención en la diferencia que existe entre los conceptos de precio de mercado y el valor económico de la compañía. Mientras que el precio de mercado es fácilmente observable y altamente volátil, el valor fundamental está dado por variables como las ventas y ganancias de la empresa, y en general suele ser más estable que el precio.
Desde este punto de vista, muchos inversores consideran que el verdadero riesgo es que se vea afectado en forma permanente el valor fundamental del negocio. Entonces, se enfocan en variables como la posición competitiva de la empresa y sus oportunidades de crecimiento. Mientras las variables fundamentales se encuentren sólidas, las oscilaciones de precios a corto plazo no son un problema demasiado grande para este tipo de inversores.
Como vemos, analizar el riesgo de una inversión es tanto un arte como una ciencia. Las mediciones matemáticas y estadísticas son evidentemente valiosas, aunque los aspectos cualitativos de la inversión y las consideraciones que hacen a las necesidades puntuales de cada inversor son aspectos que no deben dejarse de lado.