Invertir en los activos correctos es indiscutiblemente importante para maximizar nuestros retornos en el mercado. Sin embargo, comprar es solo la primera fase de la operación; saber cómo y cuándo desarmar las posiciones puede tener un impacto tanto o más determinante que la decisión de compra sobre el resultado final de la transacción.
Criterios objetivos para cerrar una posición
En primer lugar, existen criterios objetivos que señalan la necesidad de cerrar una determinada operación. En muchos casos, estos criterios tienen que ver con sistemas de diversificación y gestión de riesgos, y es importante respetar las reglas más allá de las consideraciones subjetivas.
Los inversores de portafolio suelen tener parámetros bien establecidos en cuanto a diversificación de activos. Por ejemplo, puede establecerse que las acciones de mercados emergentes no deben representar más del 25% del portafolio, y/o que ninguna acción individual debe tener una participación superior al 5% de los activos.
Los motivos detrás de estos criterios son bastante claros y relevantes: evitar una concentración excesiva de capital que pueda implicar pérdidas mayores a las aceptables. Sin embargo, algunos inversionistas suelen tener problemas para aplicar estos criterios en forma disciplinada.
Cuando un activo representa una parte creciente del portafolio, esto significa habitualmente que sus retornos han sido atractivos a mediano plazo, ya que las ganancias de precios por encima del promedio son las que llevan a un aumento en el valor del capital invertido en ese activo.
Cerrar posiciones en activos con buenos retornos puede ser una decisión difícil, y es precisamente por este motivo que las reglas de gestión de capital son diseñadas. Operar en forma disciplinada puede ser enormemente valioso para evitar que las emociones tengan un impacto negativo sobre los resultados de la operatoria.
En el caso de estrategias de trading a corto y mediano plazo, respetar las órdenes de stop loss (frenar las pérdidas) o de take gains (tomar ganancias) resulta absolutamente clave e indispensable. Cuando se analizan los retornos históricos de diferentes estrategias, muchas veces se observa que vender en el momento indicado es tanto o más importante que aplicar las mejores señales de compra. Por lo tanto, la evidencia estadística indica que un operador de corto y mediano plazo jamás debería desviarse de sus estrategias predeterminadas de salida.
Criterios subjetivos
En algunos casos, la decisión de vender o no depende de factores subjetivos, y la toma de decisiones puede volverse bastante más compleja. En el mundo de los mercados y las inversiones, no todo se trata de números y matemáticas, muchas veces se requiere una interpretación de las variables cualitativas detrás de un negocio.
Conviene tener especial cuidado cuando se detectan faltas de transparencia en la contabilidad del negocio o el equipo directivo no parece del todo honesto. Una viejo refrán en el mercado dice que nunca hay una sola cucaracha en la cocina, en el sentido de que si se detecta una falta de ética en el equipo de gestión es probable que existan otras fallas que no han sido reconocidas aún. Cuando existen motivos concretos para sospechar de este tipo de maniobras, puede ser conveniente desprenderse de la posición rápidamente antes de que la situación de la empresa se agrave desde el punto de vista legal y regulatorio.
En cuanto a la performance financiera del negocio, es muy importante aprender a diferenciar entre los aspectos fundamentales de largo plazo y las cuestiones relacionadas a la volatilidad de ventas y ganancias a corto plazo.
Cuando una empresa reporta resultados en el mercado, habitualmente se comparan sus ventas y ganancias con las estimaciones de los analistas que siguen a la compañía, y la reacción de precios luego del anuncio está íntimamente relacionada con esta comparación. Sin embargo, es importante tomar estos datos con algo de distancia desde una mirada de mediano y largo plazo.
Los pronósticos de resultados de los analistas de Wall Street suelen ajustarse en el tiempo. Si una compañía reporta consistentemente datos mejores a los esperados, los analistas tienden a incrementar sus estimaciones. Así las cosas, la vara de medición está cada vez más alta, y resulta más complejo para la compañía superar las estimaciones.
Teniendo esto en cuenta, el inversor de mediano y largo plazo no tiene ningún motivo para alarmarse ni cerrar una operación debido a que los números en un trimestre puntual estuvieron por debajo de los pronósticos, ya que esto no necesariamente señala un deterioro en los fundamentos del negocio.
Por otro lado, cuando las ventas de la compañía están cayendo en forma permanente, por ejemplo debido a obsolescencia tecnológica en la industria o a un deterioro de su posición competitiva en el mercado, estamos frente a un negocio que está destruyendo valor en el tiempo. En este tipo de situaciones, salir de la posición lo antes posible puede resultar el camino indicado.
Cuando se trata de los criterios subjetivos para vender una posición resulta difícil establecer reglas fijas, y en la práctica se trabaja en un contexto de variables en diferentes tonos de gris, no en blanco y negro. Más allá de esto, es importante que el criterio para cerrar la posición esté en concordancia con el criterio de compra, de forma tal que la operatoria tenga un determinado grado de coherencia a la hora de entrar y salir de las posiciones.