La mayoría de los analistas, sin embargo, creen que no serviría bien a ninguna de las partes tener un divorcio difícil.
El Reino Unido, después de todo, no es sólo la segunda economía más grande del bloque, que representa un poder de consumo masivo para el resto del continente, sino que es también el centro global de las finanzas internacionales, el cual sirve como intermediario muy valioso entre Asia, Oriente Medio y América del Norte.