Los dirigentes económicos con más poder en el mundo les está costando mitigar el dolor por la ralentización de la economía mundial, con poca munición a su alcance y la creciente preocupación de que una de ellas, los tipos de interés negativos, ya esté creando problemas adicionales.
En un mundo ideal, los dirigentes electos recurrirían más a programas fiscales y reformas estructurales que mejorarían el crecimiento y permitirían que los tipos de interés puedan subir.
Sin embargo, tras tres días de conversación en Washington, el dilema ha quedado claro: ya sea la guerra comercial entre Estados Unidos y China, la austera disciplina de Alemania o el prolongado proceso del Brexit, las políticas gubernamentales se están moviendo en la otra dirección, impulsando a los banqueros centrales a realizar mayores esfuerzos de rescate y es probable que conduzcan a unos tipos aún más negativos.
"Todavía tenemos herramientas que pueden utilizarse según sea necesario", dijo el gobernador del Banco de Japón, Haruhiko Kuroda. "No creo que el efecto de la política monetaria haya disminuido significativa o materialmente." Con todo, Kuroda dijo que una situación prolongada de bajos tipos de interés podría tener "efectos secundarios en el sistema financiero. Hay que tener cuidado".
Los tipos de interés negativos son ahora una realidad en Europa y Japón, y muchos otros países, entre ellos Estados Unidos, están reduciendo los niveles a los que quieren situar sus tipos de interés.