El crecimiento europeo supuso una gran decepción
A pesar de los temores sobre una recesión en Estados Unidos, el EUR es el perdedor general. Los datos de EE.UU. publicados en estos días fueron bastante alentadores, ya que la inflación final de julio fue de un 1.8% anual, con la subyacente llegando a 2.2%. Además, las ventas minoristas duplicaron con creces las expectativas del mercado en julio, con una subida mensual del 0.7%.
Una imagen bastante diferente era la que teníamos en la UE, ya que el crecimiento en Alemania se contrajo en el segundo trimestre del año, como se esperaba, con una estimación preliminar del PIB que resultó en -0.1%. Para la UE, el PIB del segundo trimestre resultó en 0.2%, también cumpliendo el pronóstico del mercado. Además, la producción industrial de la Eurozona disminuyó más de lo previsto en junio, cayendo un 1.6% mensual y un 2.6% interanual. La encuesta alemana ZEW mostró que el estado de ánimo entre los inversores europeos continuó deteriorándose en agosto. El índice de sentimiento económico alemán cayó a -44.1, el más bajo desde diciembre de 2011, mientras que para la zona euro, el índice cayó a -43.6, ambos mucho peores de lo previsto. La inflación alemana final de julio coincidió con las expectativas del mercado. Todo en uno, las cifras macroeconómicas europeas justifican lo que dijo Rehn.