La visión de dos tercios de los astronautas se ve alterada por cambios en la presión del líquido cefalorraquídeo como resultado de la microgravedad, determinaron científicos.
Durante la última década, mientras un número creciente de astronautas pasan meses en la Estación Espacial Internacional (EEI), los médicos de la NASA comenzaron a notar problemas de visión entre aquellos que permanecen largas temporadas en órbita.
Su visión era borrosa, y estudios más profundos mostraron cambios estructurales, entre ellos el aplanamiento del globo ocular y una inflamación de la extremidad de los nervios ópticos.
Este síndrome, llamado trastorno de la vista que resulta de la variación de la presión intracraneal, fue objeto de una presentación en la conferencia anual de la Sociedad Norteamericana de Radiología (RSNA).
Inicialmente, los científicos pensaban que los problemas de visión eran el resultado de la forma en que la sangre circula en el cuerpo en condiciones de microgravedad, centrándose especialmente en la cabeza, explica Noam Alperin, profesor de radiología e ingeniería biomédica en la Facultad de Medicina de la Universidad de Miami (EE.UU.), el autor principal.
Para este estudio, compararon las tomografías cerebrales de siete astronautas que habían pasado varios meses en la EEI con las de nueve de sus colegas que habían hecho solo estancias breves.
Encontraron que los primeros tenían una mayor cantidad de líquido cefalorraquídeo en el cerebro. Este líquido protege el cerebro y la médula espinal, transporta nutrientes y elimina toxinas.
En tierra, el líquido permite la adaptación del cuerpo a diferentes posiciones, de pie, sentado o acostado. Pero sin gravedad este mecanismo hidráulico se ve "perturbado por la falta de cambios de presión de acuerdo con las diferentes posiciones del cuerpo", dice el doctor Alperin, señalando que se trata de la primera vez que se establece una relación cuantitativa directa entre la presión del líquido y los problemas de visión.
La NASA realiza investigaciones para hallar una cura para este problema ocular para las misiones tripuladas de muy larga duración en el espacio, incluyendo el envío de astronautas a Marte hacia el 2030.