En los últimos días el comportamiento del precio del oro ha dado mucho que desear debido al tono positivo de los mercados y a la disminución de las tensiones geopolíticas entre Estados Unidos y Corea del Norte, que en meses anteriores había estimulado la demanda por activos refugio.
Sin duda, la carrera alcista de las principales bolsas mundiales, como las de EEUU, que siguen estableciendo máximos históricos sucesivamente ha creado un mayor apetito por instrumentos financieros con más riesgo en detrimento del metal amarillo.
Por otra parte, el renovado optimismo en torno a la agenda legislativa de Donald Trump ante la posibilidad de avanzar una reforma fiscal este año también ha deprimido el valor del lingote.
Lo anterior se debe a que los recortes tributarios promovidos por Trump podrían acelerar el crecimiento económico, lo que a su vez estimularía las presiones inflacionarias, induciendo a la Fed a aumentar la tasa de interés a un ritmo más agresivo.