Luego de que el precio del oro hubiera perforado al alza una directriz bajista (resistencia) de largo plazo trazada desde el 2011 (línea roja) en torno a los $1,327, el impulso ascendente del metal precioso parece haber perdido ímpetu. Esta situación ha coincidido con fuertes movimientos alcistas en los índices bursátiles de los EEUU, que siguen estableciendo máximos históricos, disminuyendo el atractivo de activos que no pagan intereses ni dividendos.
El único factor que, en estos momentos, parece beneficiar al precio del oro es la debilidad generalizada del dólar, que sigue cediendo terreno frente a las principales divisas del mundo. Desde nuestro punto de vista, el lingote mantiene un sesgo neutral y preferiríamos esperar por mejores niveles de entrada antes de tomar posiciones.
En este sentido, la primera resistencia se ubica en los $1,358 y corresponde al máximo del 2017. Una ruptura de este nivel reviviría el sesgo alcista del metal y pondría en juego el máximo del 2016 de $1,375.
En el caso de una corrección bajista, el precio del oro deberá quebrar el soporte de los $1,323 (directriz bajista de largo plazo) para consolidar las caídas. Una fractura de este suelo, el siguiente soporte en consideración se sitúa en los $1,296, y coincide con los máximos de abril, junio y noviembre del 2017.