Algunas personas dicen que el cuidador de mercado no existe, que es una de esas leyendas urbanas que circulan por ahí. Otras personas piensan que manipula a su antojo la cotización de un valor y que todos los valores que cotizan en bolsa tienen su cuidador.

Pues bien, los cuidadores de mercado sí que existen y no sólo eso, sino que, por ley, son públicos. Cuando una empresa cotiza en bolsa contrata con un gran banco para que sea su cuidador. De esa forma, contrata con el banco para que se encargue de que siempre haya una oferta y una demanda que haga líquido al valor. Cada empresa tiene un cuidador declarado y público. Por ejemplo, la Agencia federal reguladora de mercados financieros estadounidenses es la SEC (Securities & Exchange Commission), que supervisa también a la industria de títulos y activos financieros, mientras promueve la claridad para proteger a los inversores contra las malas prácticas en los mercados financieros. BME (Bolsas y Mercados españoles) es el operador de todos los mercados de valores y sistemas financieros en España. Esta sociedad cotiza en bolsa y forma parte en la actualidad del selectivo Ibex 35.

Así que la figura de cuidador de mercado, tanto si nos gusta como si no, es legal. Pero ¿cuáles son sus funciones?

El trabajo de cuidador de mercado no es tan bonito como parece. Si aparece el pánico, el cuidador no puede dejar de comprar, lo tiene que hacer por contrato. Los bancos como BBVA son cuidadores de sí mismos, por eso, si miramos el número de acciones propias en cartera suele ser menor cuando el precio es alto, ya que han ido vendiendo por obligación cuando la tendencia era alcista. Y durante la crisis han tenido que ir comprando acciones a cada nueva caída. No porque quisieran, sino por contrato.

El cuidador de mercado siempre está para tratar de evitar que haya volatilidad, pero sobre todo para favorecer la liquidez. ¿Qué no hay dinero pero sí hay papel?, pues en el caso de que hubiera accionistas que quisieran vender, el cuidador de mercado garantiza que siempre haya un ajuste en los precios, en este caso, garantizando la compra. El cuidador de mercado no es alguien que se dedique a manipular el precio de las acciones. Es simplemente alguien que cobra por ofrecer siempre un precio de compra y otro de venta en cualquier situación. Lo que también se le llama inyectar liquidez a un valor, que quizás sea una de sus más importantes funciones.

El cuidador de mercado tiene unas regularizaciones que cumplir: nunca puede aumentar la propia compañía con su propia cartera o a través de un contrato con un tercero, nunca puede aumentar un 25% de la negociación de una jornada bursátil. El precio nunca puede ser llamativamente superior a los últimos días de negociación. Y es obligatorio que siempre haya la correspondiente notificación a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).

Pero la imagen del cuidador de mercado no es tan inmaculada, precisamente se le conoce por los sonados casos de manipulación. Muchos cuidadores además son “manos fuertes” y su primer interés es salvaguardar los intereses de las empresas que los contratan y seguramente los suyos propios como institución. En el caso de Bankia, la propia CNMV habló de lo que se denomina “la estabilización de una OPV” (Oferta Pública de Venta), es decir, hay muchos accionistas que compran las acciones y en el momento en que una compañía debuta en bolsa se sabe que la intención que tienen es vender. En estos casos los cuidadores de mercado sí que tienen “más libertad” a la hora de gestionar, de comprar o vender, las acciones.

No se debería permitir que el cuidador de mercado sea el primero en poner las órdenes de compra y venta. Por ejemplo, vendo a 3 pero voy a comprar a 3,10. ¡Pero esto se hace!

Tampoco se debería permitir que cuando uno gestiona una cartera de valores juegue con las acciones para favorecer las comisiones y quién sabe si quedarse con una parte del pastel. ¡Esto se hace!

Y tampoco se debería permitir que se favoreciera el hecho de que algunas acciones estuvieran en algún momento más baratas para favorecer su compra, y… ¡esto también se hace!

Así que, hecha la ley, hecha la trampa. Los cuidadores de mercado cometen ilegalidades aunque son “legales”.