Brasil vivió hoy una jornada de huelga general, la primera en veinte años, que impactó en el transporte público pero no logró paralizar el país, tal como pretendían los sindicatos que convocaron la protesta contra las reformas promovidas por el Gobierno de Michel Temer.
Las centrales cifraron el seguimiento en cerca de 40 millones de trabajadores, alrededor de un 45 por ciento de la fuerza laboral, mientras que, para el Gobierno, la convocatoria fue un "fracaso" con una adhesión "insignificante".