Las urgencias del momento venezolano exigen establecer prioridades y el petróleo siempre ha sido una prioridad. Por ello, sería suicida para nuestro país proyectar el futuro de sus hidrocarburos ignorando lo que está ocurriendo en el mundo en torno a este mercado.
Primer dato: crecimiento de la producción. Tres ejemplos: Estados Unidos, Noruega, Guyana. El nuevo plan norteamericano para el quinquenio 2019-2024 incorpora un importante viraje geopolítico al permitir la exploración y la explotación de petróleo y de gas natural en más de 90% de las aguas continentales del Atlántico, el Pacífico y el Ártico. Con esta decisión y el decreto de Trump de abril 2017 que ordenaba una revisión de todas las concesiones públicas a la industria se espera que la producción norteamericana de crudo suba 10% este año, hasta 11 millones de barriles diarios, con lo que superaría la de Rusia y Arabia Saudita y pasaría de importador a exportador. Noruega, por su parte, cuya economía depende en gran medida de la exportación de crudo y gas, ha abierto la exploración petrolera en el círculo polar ártico. En Guyana, finalmente, luego de los resultados positivos obtenidos en el pozo Ranger-1, el sexto descubrimiento petrolero desde 2015, Exxon Mobil acaba de anunciar la primera fase de perforación del proyecto de aguas profundas “Liza”, a 120 millas de la costa. Para 2020 Guyana podría exportar prácticamente todo el petróleo que produzca. Los cálculos sobre el petróleo recuperable en sus yacimientos rondan los 4.000 millones de barriles.