La eurozona está en estancamiento secular con una tasa de inversión cinco puntos de PIB inferior a la de 2007 y continuó disminuyendo en 2015. La acción decidida desde 2012 del BCE permitió depreciar el euro y Europa salió de su segunda recesión exportando, principalmente a emergentes. Pero las exportaciones europeas se frenaron en seco el pasado verano, las españolas con peor comportamiento que Alemania, Francia e Italia, y seremos el área más perjudicada por la crisis global. Europa necesita un plan de estímulo fiscal, con inversión pública financiado con eurobonos. De momento tenemos un estímulo antiterrorista en Francia de dos décimas de PIB y el estímulo alemán por los refugiados que llega tarde y seguramente será insuficiente.