Turquía lideró el crecimiento en 2017 entre las grandes economías del mundo. Pero detrás de la expansión del PIB del 7% lo que hay es una tendencia desbocada que dispara la vulnerabilidad del país por la creciente deuda externa, la inflación o la caída de su divisa, la lira y ante esta situación el mercado ya empieza a ponerle un precio a la posibilidad de un colapso.
Quien más está sufriendo es la lira turca, la moneda nacional. En el año el tipo de cambio se ha devaluado un 64% y la espiral de caídas no se ha revertido en los últimos días, pues en lo que va de agosto ya perdió un 35% y Este viernes toca mínimos históricos en su cruce con el dólar, pues cae un 20%.
Los economistas de ING no han dudado en llamar a este fenómeno un 'flash crash',que ha sido incluso de mayor intensidad que el vivido por la libra esterlina en 2016 que llegó a caer por momentos un 6% contra el euro.
Por otro lado, expertos de Goldman Sachs publicaban en un informe hace escasos días que por cada 10 puntos porcentuales de la caída de la lira los bancos otomanos sufrían un impacto en su ratio de capital de 50 puntos básicos de media.
Hablando en plata, el "precio" de la lira turca se ha desplomado en pocos meses ante las malas perspectivas del país y el miedo de los inversores a que sus activos en Turquía sigan perdiendo valor, lo que intensifica las ventas de los mismos, un circulo vicioso que no se sabe cuándo puede acabar.
Es por ello que el Gobierno con sede en Ankara asegura que este viernes presentará un nuevo plan económico para tranquilizar a inversores y empresarios, según ha dicho el ministro de finanzas, Berat Albayrak, y recoge el Financial Times.
En un comunicado, el Ministerio de Finanzas asegura que mantendrá el déficit presupuestario por debajo del 2%, y rebaja el pronóstico de crecimiento del 5,5% anterior a una banda entre el 3% y el 4%, y espera que el déficit por cuenta corriente caiga del 4%, justo una de las variables que más preocupan en los análisis de la economía otomana.
Pero el mercado ha perdido la confianza en Recep Tayyip Erdo?an, que logró una importante victoria electoral en junio, con una visión de un político cada vez más autoritario que dejó la política económica en manos de su yerno Albayrak, que hasta ahora no se había pronunciado en pleno castigo financiero al país.
Los seguros de impago (CDS, por sus siglas en inglés) han duplicado su cotización en el acumulado del año, con una aceleración en el último mes. Los de largo plazo ya pasan holgadamente de los 400 puntos, como ocurrió en España en plena crisis de deuda, aunque aún están lejos de ejemplos recientes como el de Grecia.
Por su parte, los bonos siguen el mismo camino, con un aumento del rendimiento de los títulos a 10 años hasta el 18,5% desde el 11% de diciembre, mientras que el precio de estos bonos en el mercado secundario es del 30% en el mismo periodo. Para un inversor europeo, las pérdidas se multiplicarían por el tipo de cambio.
Los inversores están deshaciendo sus posiciones o apostando contra ella a marchas forzadas, sin que el banco central de Turquía (CBRT, por sus siglas) haya sido capaz de frenar la sangría. La autoridad monetaria, cuestionada por Erdo?an, ha subido las tasas de interés de referencia del 8% al 18% en 2018 y ha gastado el 16% de sus reservas en divisas internacionales.
El CBRT comenzó 2018 con más de 88.000 millones de dólares en moneda extranjera, cifra que ya se ha reducido hasta los 74.000 millones, según las últimas estadísticas publicadas por el banco central hasta junio. Durante las últimas semanas, ha puesto más dinero en juego, pero ni con este método ni con la suba de las tasas ha conseguido estabilizar la lira, todo lo contrario. Tampoco con medidas como simplificar su política monetaria al agrupar los diferentes tipos de referencia que tiene.
Además, ha tratado de trasladar al mercado un mensaje de que será aún más restrictivo, ya que reconoce que la depreciación de la lira impacta en la inflación obligando a un endurecimiento "por más tiempo", según su último informe sobre la evolución de los precios.
Pero aun, las tasas reales (descontando la inflación) siguen al 0%. "Con la aceleración de la inflación, impulsada aún más por una lira debilitada y el aumento de los precios del petróleo, la tasa repo de una semana del 17,75% parece insuficiente para poner un piso a la lira y controlar la inflación. Que esto no esté sucediendo es la razón principal por la cual el banco central no parece capaz de ejecutar su mandato con plena libertad", arguye Bart Hordijk, analista de Monex Europe.
Además, en los últimos días los inversores han tomado nota sobre el riesgo de un conflicto diplomático con Estados Unidos por decidirse a comprar petróleo iraní. El envío de una delegación diplomática a Washington para aliviar la tensión no ha servido para que el mercado la relaje con la lira.
Sobre este punto, Bart Hordijk, analista de Monex Europe, señala que el fracaso de la visita turca a Washington y la aparente incapacidad o falta de voluntad del banco central otomano de apoyar a su moneda "han sido demasiado para la lira turca", que cae a tal velocidad que "lo primero que se me ocurre es un paracaídas que evite que se estrelle contra el suelo".
"Este paracaídas podría ser una gigantesca subida de las tasas de interés de al menos 500 puntos básicos para calmar a los mercados y demostrar el claro compromiso del Banco Central de Turquía de apoyar la divisa", añade.
Aunque esta herramienta suele ser útil en este tipo de situaciones, lo cierto es que cuando los "fundamentals" económicos del país son muy malos puede no funcionar, como ocurrió en Argentina. Los analistas recuerdan que pese a la suba de las tasas en varios centenares de puntos básicos, ello no evitó que el peso siguiera depreciándose, una situación que concluyó con la petición oficial de ayuda al Fondo Monetario Internacional.
Todos estos factores hacen que el país viva una tormenta perfecta, a la que se suma un complicado contexto internacional que amenaza con llevarlo a los peores escenarios, entre los que no se descarta pedir un rescate del Fondo Monetario Internacional (FMI), como hiciera Argentina en mayo, como plantean varios analistas, pero esto es algo que todavía rechaza el Gobierno en forma rotunda.
Es más, Erdogan se vanagloria de haber cancelado todas las deudas del país al FMI en 2013, por lo que un rescate sería volver a depender del Fondo y anotarse una derrota. Algo que el ego del mandatario turco no aceptaría.
El presidente rechaza temores y se encomienda al cielo: "Si ellos tienen sus dólares, nosotros tenemos a nuestra gente, a nuestro Dios". Que nadie se preocupe, dijo.
¿Porqué llegó a esta situación?
Turquía ha crecido en los últimos años a tasas chinas, pero basando el modelo en el endeudamiento con el exterior, golpeando el déficit por cuenta corriente. En un entorno de tasas de interés bajas la jugada no suponía mayores costos, ya que el dinero fluía y la inversión extranjera llegaba al país.
Todo ello ha provocado que se dependa del consumo interno, ahora lastrado por la inflación; que se tenga un alto déficit comercial, ya que se crece con deuda y no con exportaciones; y que se necesite de inversiones extranjeras para crecer.
Pero las subas de las tasas en Estados Unidos encarecen su endeudamiento en dólares, y se cierran las puertas de los mercados si la lira sigue depreciándose. Ante esta situación el gobierno de Ankara no emite deuda en dólares desde abril. Un panorama que hace temblar a los inversores por las implicaciones que puede tener.
Según los economistas una de las soluciones pasa por subir las tasas de interés para limitar la inflación y estabilizar la moneda, pero Erdogan es reacio, ya que quiere mantener las tasas estables para que el dinero se mueva en la economía local, algo que le critican todos los analistas.
En una solución mucho menos técnica, la semana pasada Erdogan hizo un llamamiento a los ciudadanos para cambiar sus divisas y oro en liras para apuntalar la moneda.
Además, pedir ayuda al FMI obligaría a cambios en el modelo económico, con fuerte impronta de Erdogan. En ese sentido, el ministro de Finanzas, yerno de Erdogan, presentará este viernes un plan para dar vuelta la economía. El país, con todo, espera crecer entre un 3% y un 4% en el año, si bien la previsión está por debajo del más del 5% previo. El déficit por cuenta corriente, que preocupa a los expertos, seguirá alto y en el 4%.
La reacción de los mercados
Ahora las bolsas europeas reaccionan y cotizan con destacados descensos que se sitúan por encima de un 1% por el miedo de contagio de la crisis en Turquía, en tanto que el euro cae más de un 0,6% frente al dolar arrastrado por el nuevo desplome de la lira y el rublo.
Los mercados europeos extreman la cautela ante el nuevo desplome de la lira turca, que sigue su caída en picada y este viernes añade otro descalabro del 10% frente al dólar.
Ante esta situación, está previsto que el Gobierno de Erdogan anuncie este viernes su plan de shock para intentar capear la crisis.
El Dax alemán lidera las pérdidas, con una baja del 1,6%, seguido por el Ibex 35 de Madrid y el CAC parisino, que retroceden un 1,1%. En este contexto, los descensos son liderados por acciones de la banca que está muy penalizada.
El BBVA, uno de los bancos de la eurozona con mayor presencia en el país del Bósforo, lidera los descensos en el Ibex 35 con una caída que ya roza el 4% y contagia al resto del sector bancario del índice selectivo de la Bolsa española. Bankia cae un 2%, Santander un 1,4%, Banco Sabadell un 1,3%, CaixaBank un 1,3% y Bankinter un 0,6%.
Esta situación supone un castigo en particular para BBVA, que obtuvo el 16% de su beneficio en el país en el primer semestre. Las ganancias del grupo que preside Francisco González desde Garanti aumentaron un 26% interanual en liras, pero se mantuvieron constantes en euros. Tampoco es bueno para Mapfre, cuyo beneficio generado en el país cayó un 68% interanual, hasta los 8,8 millones, apenas el 2%, frente al 7% del año anterior.
Otros dos de los principales bancos europeos con mayor exposición a Turquía, el francés BNP Paribas (-3%) y el italiano Unicredit (-3,5%) también registran fuertes descensos. Por su parte, Deutsche Bank también se coloca entre los peores bancos del día en Europa con un descenso que ya alcanza el 4%.
La baja es atribuída, según el Financial Times, a que el BCE estaría preocupado por los citados bancos con las inversiones que tienen en el país.
El Mecanismo Único de supervisión está vigilando si las entidades financieras tienen cubiertas los créditos en liras al acumularse un desplome del 33%.
Más tensión hay todavía en el mercado de divisas hundiéndose de nuevo la divisa turca. El rublo ruso también cae víctima de la fortaleza del dólar por el temor a las sanciones de EEUU. El euro está cayendo arrastrado estas circunstancias. Cae frente al dólar un 0,6% por debajo de los 1,15 dólares.
"La caída del euro está relacionado con el contagio de Turquía", indica Raymond Lee, administrador de dinero de Kapstream Capital. "Por el momento no parece un problema sistémico, sino más una reacción del mercado a la sorpresa".
El mercado no se perderá la comparecencia del presidente de Turquía, Tayyip Erdogan, en el que anunciará sus planes económicos para sacar al país del atolladero.
Desde AlphaValue, destacan la situación delicada del país citando un informe de un banco de inversión que señala que el sistema económico y financiero turco podría colapsa, si el dólar alcanza el cruce de 7 liras.
Prueba del nerviosismo en el mercado son las fuertes compras de bonos alemanes y suizos, considerados como los activos refugios por excelencia. La rentabilidad del bund a diez años baja un 10% al 0,34% y la del suizo un 30% que cae al terreno negativo del 0,07%.