Estamos en la edad del turismo global, en masa, generalizado. Entre el equipaje suele ser muy frecuente que una guía de viaje sea acompañante.
Y si hay que elegir, se podría decir que estamos en los días de las “Lonely Planet”. Pero la historia de las guías de viaje es mucho más antigua.
Puede decirse que el invento fue compartido. Por un lado, en Inglaterra, el editor John Murray III fue el primero en darle forma, mientras que en Alemania el encargado fue Karl Baedeker. En 1836, Murray publicó su primera guía de viaje titulada “A Handbook for Travelers on the Continent”.
La publicación debió inspirar a Karl Baedeker, quien poco antes, en Voyage du Rhin de Mayence à Coblence había traducido al francés una guía del viaje en el Rín, publicada por Fr. Röhling en 1828 y que puede ser considerada el precedente de las guías de viaje.
El caso es que Baedeker se lanzó a la publicación de guías de viaje de lleno a partir de 1836, visto el éxito de Murray.
Colaboración entre los pioneros de las guías de viaje
Lo que podría a primera vista parecer una guerra en competidores no fue tal. Al menos al principio. Al parecer, hubo bastante colaboración entre Murray y Baedeker.
De hecho, en los archivos de Murray es posible encontrar muchas cartas de Murray a Baedeker. Gran parte de las primeras Baedekers fueron traducciones al alemán de títulos publicados por Murray en inglés.
Las Murray eran guías de viajes con información sobre historia, el paisaje, el clima, la moneda, lugares de interés, hoteles recomendados…
Todo ello estaba acompañado de mapas y planos desplegables. Aunque las primeras guías, las de Holanda, Bélgica, Francia y Prusia, las escribió el propio Murray, al poco tiempo tuvo que ampliar plantilla para llegar a más países.
Además de ampliar el número de países con guía propia, también se iban mejorando las guías ya existentes con nuevos y cuidados desplegables e incorporando más detalles e información. Con los años, llegó a contar con 70 títulos, incluyendo países tan lejanos como Japón o Nueva Zelanda.
Un formato de guía relativamente objetivo
En los dos casos, Baedeker y Murray produjeron guías impersonales y relativamente objetivas, de manera que lograron distanciarse del género literario de las crónicas de viajes, más personales.
Las guías turísticas de Baedeker y Murray eran enormemente populares y eran recursos estándar para los viajeros bien entrado el siglo XX.
A partir de 1850 la relación entre Murray y Baedeker empezó a deteriorarse. Baedeker sentía que los títulos de Murray no estaban actualizándose.
Baedeker recibía por parte muchos alojamientos demandas para que se introdujera en la publicación en inglés, pero había llegado a un acuerdo con Murray por el cual cada uno editaba las guías en su propio idioma.
El pacto que se mantuvo hasta 1860. Fue entonces cuando Karl Baedeker, uno de los hijos del fundador de la editorial, decidió romper ese pacto. A finales del XIX las guías alemanas ya superaban a las inglesas y la Baedeker sustituyó a la Murray como el nombre propio de las guías de viajes.
La Baedeker se hace con el liderazgo
De hecho, eran más innovadores. La Baedeker, por ejemplo incluyó por primera vez el sistema de puntuación de estrellas, que hoy todavía utilizamos, para valorar los puntos de interés de cada uno de los destinos.
El tamaño de la guía, en papel biblia, la precisión y el detallismo de sus mapas, la exactitud de sus informaciones son alucinantes, aún para nuestros estándares.
Las guías Baedeker se publicaban en alemán, inglés y francés y abarcaban toda Europa, Norteamérica, algunos países africanos y colonias europeas. Sin duda todo un precedente del global fenómeno de la Lonely Planet.
La Baedeker cobraron su importancia incluso en la Segunda Guerra Mundial. Los bombardeos realizados a partir de abril de 1942 sobre Reuino Unido fueron conocidos como bombardeos Baedeker.
No en vano, fueron organizados y planificados al parecer sobre los planos de la Baedeker del Reino Unido. Tenían como objetivo los puntos de interés que en la guía aparecían con tres estrellas, que era la máxima puntuación. Intentaban hacer así el mayor daño posible al patrimonio inglés.
La guía Michelín en Francia
En Francia hubo que esperar. No se despertó el interés por la edición de estas guías hasta 1900. Fue cuando la compañía de neumáticos Michelín empezó a regalar a sus clientes, como promoción comercial, mapas y guías de Francia con la localización de los talleres y gasolineras.
Con el tiempo, las guías se fueron ampliando incluyendo alojamientos, restaurantes (a los que se aplicó el sistema de puntuación de estrellas que las Baedeker utilizaban para los puntos de interés), rutas, monumentos…
Poco tardaron las Michelín en competir directamente con las Baedeker. Tras la Primera Guerra Mundial, las Michelín ampliaron su oferta con guías temáticas, por ejemplo sobre las batallas más emblemáticas de la Gran Guerra.
Tal era el grado de precisión y detalle que en 1944 se reimprimieron en Washington la Michelin France de 1939 y se entregó a las tropas que iban a participar en el Desembarco de Normandía el 6 de junio.