uchas veces las discusiones sobre inversiones se plantean en términos demasiado puntuales y específicos. ¿Es mejor momento para invertir en acciones tecnológicas o en commodities? ¿Seguirá subiendo el mercado en los próximos meses? ¿Me conviene vender a los precios actuales o debo ser paciente con mis posiciones?
Estas preguntas son muy importantes para los inversionistas, aunque no siempre existe una respuesta única y precisa que puede aplicarse en todos los casos. De hecho, tener una mirada demasiado simplista sobre estos asuntos es un error bastante habitual.
Dejar de lado la necesidad de certidumbre
Los seres humanos en general, y los inversionistas en particular, buscamos tener certezas a la hora de tomar decisiones. Nos gustaría saber cuánto va a subir o bajar de precio determinada acción en el próximo año, ya que esto facilitaría ampliamente la toma de decisiones de inversión.
Sin embargo, en materia de inversiones, no existen las certezas; sólo las probabilidades. A grandes rasgos, podemos decir que los precios de un activo dependerán de dos variables principales: su performance fundamental y la mirada que el mercado tenga al respecto de esa performance.
Cuando hablamos de los fundamentos del activo, hacemos referencia a cuestiones como las ventas de la compañía, sus márgenes de rentabilidad y la tasa de crecimiento en sus ganancias. En el mundo de los negocios, estas variables no pueden predecirse con precisión. De hecho, los analistas de Wall Street realizan regularmente pronósticos al respecto de estos indicadores, y el dato efectivamente reportado por la compañía no suele coincidir con las estimaciones.
Los analistas son profesionales altamente especializados, quienes conocen en detalle a la compañía y al sector en particular. Además, generalmente tienen acceso a diversas fuentes específicas de información que no se encuentran disponibles para el inversor individual. Si los profesionales no logran pronosticar con éxito la evolución de estas variables, entonces las posibilidades de tener éxito para el inversor individual resultan prácticamente nulas.
En el mismo sentido, la mirada que tenga el mercado al respecto de estos fundamentos es incluso más incierta y volátil que los fundamentos en sí mismos. Estas cuestiones tienen que ver con factores emocionales propios de los seres humanos, lo cual muchas veces excede los criterios racionales y objetivos para la toma de decisiones.
La performance de una acción depende no solo de sus propios fundamentos, sino también de la mirada que el mercado tenga sobre estos fundamentos, sobre el sector en el cual opera la compañía y sobre el mercado de acciones en particular, entre muchas otras variables.
Incluso si las ventas y ganancias de la compañía tienen una evolución por encima de las expectativas, puede suceder que las acciones bajen de precio ante una desaceleración de la economía en general o un conflicto bélico en algún país alejado en el mapa, por mencionar solo algunos ejemplos clásicos de cuestiones que suelen preocupar a los mercados.
La mentalidad inteligente
Es importante comprender que los retornos de los activos no pueden predecirse en forma exacta para un período puntual, aunque la clave del éxito consiste en poner las probabilidades de nuestro lado. El inversionista inteligente no busca eliminar completamente los riesgos, ya que sabe que esto es imposible, sino que elige inversiones que ofrecen una combinación atractiva entre riesgo y potencial de retorno.
Por ejemplo, cuando pronosticamos el retorno de un activo, podemos proyectar hacia el futuro las ganancias de la compañía y el precio que el mercado estará dispuesto a pagar por cada dólar de ganancias, es decir, el ratio precio-ganancias.
Analizar los fundamentos del negocio nos puede llevar a plantar algunas preguntas interesantes: ¿Cómo evolucionan las ventas del negocio frente a la competencia? ¿Cuáles son las oportunidades de crecimiento futuro? ¿Está el management tomando las decisiones acertadas? ¿Las ventas crecen más rápido que los costos o vice-versa?
En el mismo sentido, cuando pensamos en los indicadores de valuación, como el ratio-precio ganancias, podemos analizar si las acciones están sobrevaluadas o subvaluadas frente al resto del mercado y si la compañía está o no en condiciones de generar una performance acorde con las expectativas de mercado reflejadas en la valuación.
La mala noticia es que no siempre podremos encontrar la respuesta precisa y acertada a estas preguntas, pero por otro lado, no necesitamos una bola de cristal para tomar decisiones de inversión inteligentes en el tiempo. Cuando aplicamos el enfoque correcto y tomamos decisiones de inversión inteligentes en forma consistente, seguramente esto se verá reflejado en retornos atractivos a nivel agregado y con el paso del tiempo.