El presidente electo de Brasil, Jair Bolsonaro, ha nombrado a un exmilitar cercano a la política y actualmente asesor del presidente del Tribunal Supremo como ministro de Defensa de su futuro Gobierno. Fernando Azevedo e Silva es un general retirado, que fue jefe del Estado Mayor del Ejército, y durante los Juegos Olímpicos de 2016 fue responsable de la Autoridad Pública Olímpica del Gobierno de Dilma Rousseff. Este año había dejado las tropas para trabajar con José Dias Toffoli, presidente del Supremo, y dar consejos puntuales a Bolsonaro durante su campaña presidencial.
Con el nombramiento, se empieza a responder una de las grandes preguntas de la futura gestión de Bolsonaro: cuánto hueco ocuparán los militares en el Gobierno venidero. Bolsonaro, un capitán retirado, es el primer presidente electo con experiencia en el Ejército desde la dictadura militar (1964-1985) que tanto admira, y durante su campaña solía decir en que le gustaría ver más militares en la vida pública. De momento hay dos entre los seis ministros que ya ha nombrado. El general de la reserva Augusto Heleno Ribeiro está al frente de Seguridad Institucional. Hasta ahora, en Brasil hay 29 ministerios; Bolsonaro dice que quiere reducirlos a 15. Es decir, ya tiene casi la mitad del Ejecutivo configurado.
Entre los seis ministros hay, además de los dos militares, una congresista –la única mujer– al frente de Agricultura, y un astronauta con pasado de estrafalario personaje mediático, Marcos Pontes, al frente de Ciencia y Tecnología. Los dos restantes son los hombres fuertes de Bolsonaro: el juez Sérgio Moro, instructor de las investigaciones de Lava Jato, al frente de Justicia y Paulo Guedes, su asesor económico durante la campaña, que será el ministro de Economía.
Gracias a esta concentración de poder, los dos superministros, como los llama el equipo de Bolsonaro, estarán al frente de lo que hasta hoy eran varias carteras. Guedes mandará sobre Hacienda, Planeamiento e Industria –prácticamente los ministerios más importantes–. Moro tendrá también un número inédito de competencias para un ministro de Justicia. Estará al frente de Seguridad Pública y de prácticamente todas las agencias que tengan algún vínculo con la lucha contra el crimen.
Se había contemplado la posibilidad de que esta vez y, en contra de lo que ha sido la norma en anteriores gobiernos, se ocupase un civil de Defensa. Lo sugirió hasta el propio comandante del Ejército, el general Eduardo Villas Bôas. “Con un ministerio con tanto militares, sería un equilibrio interesante”, le contó esta semana al diario Folha de S.Paulo. Incluso se llegó a barajar el nombre de Gustavo Bebianno, el brazo derecho de Bolsonaro durante la campaña y presidente del partido de que le presentó como candidato, el PSL.
Al final, sin embargo, Bolsonaro prefirió a alguien que le sirviese de cuña con Dias Tóffoli, en el Supremo, el único órgano capaz de tumbar las agresivas reformas que tiene en mente. Entre ellas sus grandes propuestas de la campaña: relajar las penas para los policías que maten a criminales de servicio y bajar la edad de ingreso en prisión. Las dos obligarían a modificar la constitución y para eso tendrá necesita al Supremo de su lado. El general Azevedo e Silva es, así, un candidato perfecto. Un militar y con la confianza de Dias Tóffoli, con quien trabaja desde que este fue investido presidente del Supremo el pasado septiembre. “Veo con mucha alegría el nombramiento del general”, ha escrito en un comunicado Dias Tóffoli. “Esta mañana me ha consultado el presidente electo Jair Bolsonaro y rápidamente le dije que sería una decisión estupenda”.